lunes, 29 de junio de 2015

Ayer el televisor


Ayer el televisor
Dejó de funcionar
Y todo fue en un instante.

Quise pensar que
No pasaba nada,
Que nada era definitivo.

Entonces caí en la cuenta de
Que, casi sin saberlo,
Es así como vivimos.

Soñamos con el refugio
Estadístico de los días normales,
Huérfanos felices de acontecimientos.

El día de la enfermedad declarada,
El de la muerte de un ser querido,
El del despido, esos son meros días contados.

Confiamos silenciosos en que tales días
Pasen de largo, ante la fila innumerable
De aquellos que la memoria borra.

Por eso, cuando llega la desgracia,
Queremos que ésta no sea más que un breve accidente,
Sin causa y sin efecto. Pero no es cierto.

El televisor no estaba roto,
Nada era irreversible, y aquel día
Siguió siendo una engañosa tregua.

Pedro Asinto